Los sintetizadores y el vocoder entran en escena y con ellos las
oscilaciones de frecuencias, disonancias y cacofonías de las guitarras
procesadas.
Ni la psicodelia más experimental podría haber soñado con un
rock así diez años antes.
una dimensión de metáforas auditivas
en la que pueden percibirse los lugares
y movimientos de los sonidos, sean cohetes
(Sense of Doubt), aviones (V-2 Schneider),
el viento, Japón (Moss garden, con Bowie tocando el koto)
o el Muro (“Heroes”), sin perder el pulso orgánico de la base rítmica,
tocada en vivo por seres humanos en lugar de caer en la tentación del loop maquínico.
Eno colaboraría, además, con sus “estrategias oblicuas”,
cartas diseñadas por él mismo con indicaciones
para salir del atasco creativo.
Éstas se emplean completamente al azar,
a
veces generando tensiones internas
a los tracks debido a órdenes
contrarias: